Artículo de Opinión
Por: Rolando Fernández
Como una granada fragmentaria de
alta peligrosidad, ha caído en el país la designación del señor James “Wally”
Brewster, en el cargo de nuevo embajador de los Estados Unidos en la República
Dominicana, alguien que se le reconoce como homosexual, y activista de los
derechos gay, según las publicaciones que aparecen con respecto a él.
Son muchos los sectores
nacionales que se han pronunciado en contra de tal decisión norteamericana, de
manera muy vehemente, encabezados por los más altos dignatarios de la Iglesia
Católica local, que la han considerado incluso, como una falta de respeto al
país, ya que es la primera vez que se nombra a una persona con tales características
en un cargo de esa naturaleza, inclinada
de manera abierta por ese tipo de preferencia sexual, al menos conocida a ese
nivel.
En tal sentido, y siguiéndoles
los pasos al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien también se ha
referido al tema de forma reprochable, monseñor Pablo Cedano, obispo auxiliar
de Santo Domingo, expresó que, “Yo tengo la esperanza de que no llegue, porque
yo sé que si llega ha de sufrir mucho y tendrá que irse”.
Refiriéndose directamente a la
designación, el prelado, o religioso católico, señaló además, “Si para ellos es
legal para nosotros no es legal, así que lo lamento mucho por ese país y esa
persona que no será aceptado por la mayoría del pueblo dominicano”. (Véase para
ambas citas, periódico “HOY”, del 27-6-13, página 12ª).
En adición a los pareceres
externados por autoridades de la Iglesia Católica aquí, es una percepción casi
generalizada que dicho nombramiento puede estar relacionado con la apertura que
ha habido en el aquel país del Norte, respecto de los derechos que se entiende
tienen los homosexuales norteamericanos; y que, según el parecer de sus más
altas instancias, les tienen que ser reconocidos y respetados, al tiempo de que
deben ser promovidas iguales concepciones a nivel del exterior, en
términos de la aceptación de sus actos públicos.
Así quedó evidenciado en
parte, con el fallo histórico emitido por el Tribunal Supremo de aquella nación, en que fuera
aprobado el matrimonio entre homosexuales, decisión que saludaran con gran
júbilo muchas figuras públicas identificadas con esas preferencias, entre las
que se encuentran algunas muy connotadas. Es obvio que, lograron la
aquiescencia judicial, a sus propósitos de uniones legales entre personas del
mismo sexo.
“Corte Suprema de EEUU falla a favor de los
matrimonios gay”, decisión que recibió el beneplácito de las más altas
autoridades estadounidenses, según los reportes que aparecen en la red Internet.
Entonces, resulta muy lógico y preocupante entender que,
con tantos homosexuales que hay en este país, dentro y fuera de closet, como se
dice, en todos los ámbitos sociales nuestros, como la promoción e inducción
sostenidas que se llevan a cabo a través de los medios televisivos locales, y
considerándose esta nación “el patio de los Estados Unidos”, ahorita se comenzará a inventar aquí, tratando de emular las actitudes
norteamericanas en tal sentido
¡Como aquí copiamos tanto!,
claro, las cosas malas de otros, aunque sea sólo para congraciarnos con los
poderosos del mundo, no resultará extraño el que se comience a promover, a
través de determinadas instituciones nuestras, hasta llegar al Congreso
Nacional, la aprobación de una legislación que también favorezca el matrimonio entre personas de un mismo sexo,
las uniones oficiales entre homosexuales.
Es lo que nos faltaba; así acabaríamos de completar el
cuadro degenerativo en que actualmente se enmarca la sociedad dominicana,
¡legalización de los matrimonios entre los pájaros, y las lesbianas, por
supuesto!, entre otras cosas.
Precisamente, ayer se dejaron
sentir expresiones de reclamos en tal sentido, cuando se llevó a efecto la
séptima versión de la Caravana del Orgullo LGBT 2013, de acuerdo con una
publicación aparecida en el medio “Diario Libre”, edición del 1-7-13, “La
comunidad gay reclama respeto a sus derechos”.
Es entendible que, por ahí más
que todo, es por donde anda la gran preocupación, y el motivo de los reproches
externados sobre el particular, de parte de algunas de las autoridades
eclesiásticas nuestras, de esas que siempre se pronuncian con oportunidad, como
de los segmentos nacionales que aún permanecen adheridos a los cánones morales,
con los que nacieron, crecieron y han vivido siempre, al igual que a los
principios prescritos por la Madre Naturaleza, dentro de los cuales se
estipula: “hombre para mujer, y mujer para hombre”. Lo demás es aberración,
cabría agregarse.
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