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viernes, 12 de julio de 2013

¿En qué tanto somos nosotros autosuficientes?

Artículo de Opinión

 

Por: Rolando Fernández


¡Qué bonito hablan los políticos! La que encabeza es la gran pregunta que se desprende de las declaraciones que ofreciera el  coordinador de la Oficina de Petrocaribe en el Ministerio de Hacienda, señor José Ramón Suriel, a raíz de lo que se está tratando de pactar con la hermana República Bolivariana de Venezuela: la exportación de determinados productos alimenticios del agro nacional, como parte del Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe, suscrito con aquel país, según reseñara la prensa local.

“Vamos a trabajar en todo lo que sea granos, vegetales, todo el renglón agroalimentario, medicina y todo en lo que nosotros seamos autosuficientes para poder exportarlo a los países de Centroamérica y el Caribe”. (Véase: periódico “El Día”, edición de fecha 10-7-13, página 12).

La verdad es que, reiteramos, los políticos hablan bien bonito, protocolarmente claro; y a veces, hasta sin reparar en consecuencias previsibles en torno a las acciones que tratan de encaminar. Hablar de autosuficiencia de productos agroalimentarios, y otros en este país, parece como una ilusión.

Ahora se quieren exportar a Venezuela productos del agro nuestro, como dación en pago de los compromisos contraídos, y de seguro, futuros también, derivados del Acuerdo Petrocaribe, con posibles consecuencias negativas obvias para la población nacional una vez más, que tendrá que seguir pujando abajo, con las carencias y especulación que se habrán de producir, respecto de los rubros alimentarios que se incluyan en la negociaciones que cursan en ese orden.

Aunque, según tenemos entendido, nada se ha concretizado aún, ya el maíz de producción nacional no aparece en muchísimas  partes localmente, y donde se logra conseguir, los especuladores comerciantes que nos gastamos, le han aumentado considerablemente el precio, pescando en mar revuelto como siempre.

Ahorita tampoco aparece la harina, con los efectos derivados traslativos hacia todos los productos de ese género, comenzando por el pan, dieta diaria de los dominicanos, que habrá que pagarlo al precio que se encuentre.

Claro, este indefenso pueblo es el que siempre tiene que pagar los platos rotos en todo.  Es muy poco lo que le ha beneficiado el mismo del famoso acuerdo Petrocaribe con Venezuela, que sólo ha servido aquí para ponérsela fácil a los políticos, en base a acumular un alto endeudamiento externo, que  será legado a las nuevas generaciones, las cuales tendrán que “hilar” muy fino para manejarlo.

La mejor muestra en torno a lo expresado, son los altos y abusivos precios que hay que  pagar por los combustible en esta nación, los más caros de toda el área del Caribe, según los expertos. Todas las semanas está el mismo sufrir. Nunca bajan en la misma proporción en que aumentan, cuando deben hacerlo.  Y cuando no, lo que se hace es congelarlos, sin reparo alguno.

El grueso del petróleo que utilizamos aquí, se importa desde Venezuela, como de otros países de la región caribeña, y los precios de los carburantes se calculan tomando en consideración el costo de barril en el mercado especulador estadounidense - petróleo West Texas -, nación desde donde nada se trae, cuando incluso, la cuestionada ley de los hidrocarburos nuestra que rige, no se hace señalamiento específico alguno en tal sentido - referente -.  ¡Tremendo negocio! Además, los sobrecargan con  onerosos gravámenes fiscales para completar.

A manera de complemento, valdría la pena incluir aquí dos fragmentos de un artículo que fuera publicado por Jairon Severino, en fecha 27 de mayo del 2008, en el medio digital listíndiario.com, bajo el título “Ley 112-00 no fija mercado para referencia de precios.

“La fijación semanal de los precios internos de los combustibles puede hacerse tomando en cuenta cualquier mercado de referencia. En ninguna de sus partes, la Ley 112-00 de Hidrocarburos especifica cuál será el mercado que deberá tomarse para establecer al valor de los carburantes internamente”.
“Desde su promulgación en noviembre del 2000, la discusión en torno a la fijación de los precios y el mercado que se toma de referencia, que siempre ha sido el de Nueva York, ha traído diversas opiniones, entre las que refieren que República Dominicana no compra petróleo en Estados Unidos, sino que sus principales suplidores son Venezuela, Trinidad y Tobago y Colombia, entre otros países latinos”.
Evidentemente, con las nuevas intenciones que se tienen ahora, más especulación y escaseces en contra de la población se prevén, de concretizarse de manera definitiva el intercambio con la hermana República Bolivariana de Venezuela, de algunos de nuestros productos agrícolas de principalía, por el petróleo consumido, y el pendiente de hacerlo.

Pero, no se debe olvidar que los políticos son quienes ponen y disponen; y que, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, como reza una máxima sociológica de gran significación. ¡Nada puede resultar entonces extraño!

Mientras tanto, los dominicanos tendrán que irse acostumbrando a comer más plátanos, de los que dejan aquí, yuca y batata, etc., y nuestra población avícola en general, petróleo.

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