Artículo de opinión
Por: Rolando Fernández
Los hombres con grandes
méritos acumulados, con dotes extraordinarias, que han aportado mucho a sus
sociedades, hay que reconocerles y loarles en su oportunidad; no después que el
tiempo, y las circunstancias inesperadas, han minado sus condiciones físicas y
mentales; cuando ya no pueden disfrutar los homenajes que se les dispensan, y
que lucen como llover sobre mojado, un cumplido más, sólo para satisfacer a la
opinión pública.
Los tardíos homenajes a las
personas meritorias, son de las cosas que más se estilan, no solamente en los
países tercermundistas como el nuestro, sino a nivel de la generalidad mundial:
actos de reconocimiento, cuando ya se está en estado muy delicado de salud, o
tendido inmóvil dentro de un ataúd.
Cuando sólo se está hecho
prácticamente un bagazo físico, aún se respire. Luego, se aquilatan tardíamente
los atributos; ya, ¿para qué? Es a los recuerdos, a lo que se fue con respecto
a las personas de que se trate, las cosas a
las que en realidad se les rinde culto.
¡No es justo y procedente, a nuestro humilde entender, que así sea!
¿Para qué mojar una planta, imposibilitada de volver a florecer ya?
El hacerlo cuando se debe, sí
que en realidad halaga y motiva al agasajado; remueva sus actitudes y deseo de
proseguir, mientras condiciones de vida se tengan. ¡Lo pasado, pasado es!
Que fulano, o fulana, reunían
tales o cuales cualidades loables, es algo que a muy pocos luego les interesa; y
menos, en la que época en que estamos viviendo, de la ignorancia, el olvido, el
bachateo, y el “reggaetoneo”, la depravación pública”. Es un tiempo que, la
juventud en su mayoría, lo que menos le preocupa es la capacitación real, y el
emular a los valores de otrora.
Sólo hay que imaginarse, a un
ícono nacional de las letras, la dicción, y la comunicación en sí, como lo
fuera el maestro de maestros, Yaqui Núñez del Risco, amén de excelente
productor de televisión, ejerciendo en estos tiempo de desvalorización, en los
que nada más se apela al lenguaje soez, a las sandeces, a los términos impropios,
como al doble sentido, igual que como él
lo hacía durante sus años de esplendor, tratando de dirigirse a la sociedad,
principalmente, a los segmentos más jóvenes de la misma. Le dirían arcaico, que
está “pasao”; que así se hablada en
otros tiempos; y, hasta se burlarían de él como persona.
Entonces, para qué
homenajearle hoy, por sus aportes olvidados, invistiéndole con la distinción de
Profesor Honorario, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de
Santo Domingo (UASD), ¡honor más que merecido! por cierto, y presentándole
públicamente en ese estado físico tan deprimente en que se encuentra en estos
momentos, si cuando debió haberse hecho, no se hizo.
Quizás, si la intención
presente de distinguirle y honrarle a ese nivel, hubiera sido promovida en
realidad, ante la autoridades superiores uasdianas, directamente por algún
grupo beneficiario de sus enseñanzas, con actitudes emulatorias patentes, la
acción pasada habría tenido cierto sentido justificable, hasta reportándose a la vez, como una real actitud de
agradecimiento.
Pero, entendemos que eso ¡no
fue así!, por lo que nada más se vio aquello como pura pantalla, con un gran dejo de pena y tristeza alrededor de la
ceremonia. ¡Qué lástima!, Muy mal que se estila aquí ese tipo de cosas: honrar
cuando no se debe.
El tiempo razonable para los
reconocimientos y las distinciones de que tenía que ser objeto Yaqui Núñez del
Risco, se dejó pasar por debajo de la puerta, como se dice, La primera institución que le correspondía
hacerlo era, a la tan cuestionada Acroarte, otorgándole el mayor galardón que
la misma ofrece, y que a tantos
mediocres, como mal formados seudos artistas, comunicadores, y productores de
televisión, ha premiado durante su existencia.
Luego pertenecía premiarle, al
burocratizado y politizado ministerio de Cultura de la República Dominicana, que
lo que menos hace es, promover las actividades y actitudes de esa naturaleza en
su justo nivel, con un digno galardón, a la altura de ese ícono nacional, que
tantos aportes hiciera en el área.
¡Sí!, a un hombre culto y muy
letrado, de los que probablemente ya muy pocos queden en el país, ¡Pero no!, parece
que se olvidó. Que haya trascendido, nunca ha recibido de ese organismo ningún
tipo de distinción.
Entonces, es fácil inferir
que, muchos de esos que asistieron al emotivo acto señalado - casi póstumo,
podría decirse -, en la UASD, que nunca de seguro promovieron nada en tal
sentido, es muy posible que lo hicieran solamente para dejarse ver, y
aprovechar el espacio en pos de promocionarse a la gratis, no por demostrar
gratitud sincera hacía el gran maestro en decadencia. ¿Por qué eso no se procuró antes?
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