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viernes, 21 de junio de 2013

¡Reconocimiento muy tardío!, ¿para qué ya?


Artículo de opinión

 

Por: Rolando Fernández


Los hombres con grandes méritos acumulados, con dotes extraordinarias, que han aportado mucho a sus sociedades, hay que reconocerles y loarles en su oportunidad; no después que el tiempo, y las circunstancias inesperadas, han minado sus condiciones físicas y mentales; cuando ya no pueden disfrutar los homenajes que se les dispensan, y que lucen como llover sobre mojado, un cumplido más, sólo para satisfacer a la opinión pública.

Los tardíos homenajes a las personas meritorias, son de las cosas que más se estilan, no solamente en los países tercermundistas como el nuestro, sino a nivel de la generalidad mundial: actos de reconocimiento, cuando ya se está en estado muy delicado de salud, o tendido inmóvil dentro de un ataúd.

Cuando sólo se está hecho prácticamente un bagazo físico, aún se respire. Luego, se aquilatan tardíamente los atributos; ya, ¿para qué? Es a los recuerdos, a lo que se fue con respecto a las personas de que se trate, las cosas a  las que en realidad se les rinde culto.  ¡No es justo y procedente, a nuestro humilde entender, que así sea! ¿Para qué mojar una planta, imposibilitada de volver a florecer ya?

El hacerlo cuando se debe, sí que en realidad halaga y motiva al agasajado; remueva sus actitudes y deseo de proseguir, mientras condiciones de vida se tengan. ¡Lo pasado, pasado es!

Que fulano, o fulana, reunían tales o cuales cualidades loables, es algo que a muy pocos luego les interesa; y menos, en la que época en que estamos viviendo, de la ignorancia, el olvido, el bachateo, y el “reggaetoneo”, la depravación pública”. Es un tiempo que, la juventud en su mayoría, lo que menos le preocupa es la capacitación real, y el emular  a los valores de otrora.

Sólo hay que imaginarse, a un ícono nacional de las letras, la dicción, y la comunicación en sí, como lo fuera el maestro de maestros, Yaqui Núñez del Risco, amén de excelente productor de televisión, ejerciendo en estos tiempo de desvalorización, en los que nada más se apela al lenguaje soez, a las sandeces, a los términos impropios, como al doble sentido,  igual que como él lo hacía durante sus años de esplendor, tratando de dirigirse a la sociedad, principalmente, a los segmentos más jóvenes de la misma. Le dirían arcaico, que está  “pasao”; que así se hablada en otros tiempos; y, hasta se burlarían de él como persona.

Entonces, para qué homenajearle hoy, por sus aportes olvidados, invistiéndole con la distinción de Profesor Honorario, de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), ¡honor más que merecido! por cierto, y presentándole públicamente en ese estado físico tan deprimente en que se encuentra en estos momentos, si cuando debió haberse hecho, no se hizo.

Quizás, si la intención presente de distinguirle y honrarle a ese nivel, hubiera sido promovida en realidad, ante la autoridades superiores uasdianas, directamente por algún grupo beneficiario de sus enseñanzas, con actitudes emulatorias patentes, la acción pasada habría tenido cierto sentido justificable, hasta  reportándose a la vez, como una real actitud de agradecimiento.

Pero, entendemos que eso ¡no fue así!, por lo que nada más se vio aquello como pura pantalla, con un  gran dejo de pena y tristeza alrededor de la ceremonia. ¡Qué lástima!, Muy mal que se estila aquí ese tipo de cosas: honrar cuando no se debe.

El tiempo razonable para los reconocimientos y las distinciones de que tenía que ser objeto Yaqui Núñez del Risco, se dejó pasar por debajo de la puerta, como se dice,  La primera institución que le correspondía hacerlo era, a la tan cuestionada Acroarte, otorgándole el mayor galardón que la misma ofrece, y  que a tantos mediocres, como mal formados seudos artistas, comunicadores, y productores de televisión, ha premiado durante su existencia.

Luego pertenecía premiarle, al burocratizado y politizado ministerio de Cultura de la República Dominicana, que lo que menos hace es, promover las actividades y actitudes de esa naturaleza en su justo nivel, con un digno galardón, a la altura de ese ícono nacional, que tantos aportes hiciera en el área.

¡Sí!, a un hombre culto y muy letrado, de los que probablemente ya muy pocos queden en el país, ¡Pero no!, parece que se olvidó. Que haya trascendido, nunca ha recibido de ese organismo ningún tipo de distinción.

Entonces, es fácil inferir que, muchos de esos que asistieron al emotivo acto señalado - casi póstumo, podría decirse -, en la UASD, que nunca de seguro promovieron nada en tal sentido, es muy posible que lo hicieran solamente para dejarse ver, y aprovechar el espacio en pos de promocionarse a la gratis, no por demostrar gratitud sincera hacía el gran maestro en decadencia.  ¿Por qué eso no se procuró antes?

El autor es un humilde servidor, ¡y nada más!

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