Artículo de opinión
Por: Rolando Fernández
Probablemente, una de las
actitudes más deleznables y dañosas en las personas, acompañada del sentido de
deslealtad y desatención inherentes, es
la ingratitud, por sus efectos nocivos comprobados casi en lo inmediato, como el
alto grado de inducción que conlleva, el cual promueve evidentes cambios
significativos en el comportamiento a observar en el porvenir, por parte de
quienes son objeto de su impacto directo.
Ella puede provocar una
especie de “autoacorralamiento” personal, o de marginación, tanto a nivel
familiar, como social propiamente, en todos aquellos que proceden de tal forma,
con tendencia a experimentar limitaciones obvias, y recibir de inmediato el
castigo de la indiferencia, como el desprecio de la gente relacionada, que se sienta
dolida con el accionar ingrato.
Las inclinaciones humanas de
ese tipo, por lo regular van produciendo modificaciones drásticas en el
accionar incondicional de los demás congéneres, reiteramos, que luego tienden a
actuar de forma muy indiferente, y dejan de asistir a otros con igual ahínco, o
simplemente no lo hacen. Se comportan a
posteriori, como ciegos e indolentes, si caben los términos, ante las
circunstancias ajenas, ya no deseando servir de manera desinteresada en
cualquier ámbito, como se era proclive con anterioridad.
Y es que, la actitud de
servicio, y la disposición altruista plena que en el pasado caracterizaba, se
van diluyendo. Los desagradecimientos,
como la falta de lealtad y consideración conexas, no merecidos, contribuyen
rápidamente a irles minando hasta hacerles desaparecer por completo.
Pues, aunque nunca se debe
hacer nada esperando ningún tipo de recompensa, el ser humano no está exento de
susceptibilidad, y de alguna manera, el mal proceder ajeno siempre hace sentir
mal a los oferentes sinceros, que
siempre han estado dispuestos a prestar servicios desinteresados.
Claro, la ingratitud - falta
de reconocimiento -, como todas las acciones humanas incorrectas, despreciables,
tiene un alto costo punitivo futuro, cuya factura es pasada en el momento menos
esperando, por razones de índole muy natural, cuya ley atribuible, es aplicada de manera inexorable.
“Cada cual recoge lo que
siembra”, frase clásica, que no solamente aparece como máxima incuestionable en
el marco de las enseñanzas esotéricas, como es lo que muchos creen, sino en el
mismo contexto convencional de las Sagradas Escrituras (Biblia). Véase Gálatas,
capítulo 6, versos 7 y 8), que está a la mano de todos.
Las personas ingratas, por lo
regular se derrumban de repente con gran facilidad; y, al ser ése más bien un
sentimiento negativo, no visible obviamente, sino “intuible” por completo, o
apreciado nada más por quienes de forma directa son impactados, no muy pocos se
quedan boquiabiertos cuando esa situación se produce, preguntándose el porqué
eso ocurre.
La gente que no agradece, y
que pronto olvida cuanto recibe, de ordinario no repara en que el ego humano,
culpable de todo, tiene cierto parecido con una bola de nieve, que se infla con
mucha facilidad cuando la situación climática le favorece, pero que también se
desvanece tras cualquier circunstancia adversa, con mucho mayor rapidez. Igual
ocurre con las personas que viven envalentonándose, analógicamente hablando,
mirando a los demás por encima de los hombros, según se expresa en el argot
pueblerino, por inducción de ese falso ser.
Dice un viejo refrán que, “el
mejor testigo, y juez a la vez de todas las cosas, es el tiempo”. De ahí se
infiere que, sólo hay que esperar para ver, o escuchar sobre sentencias
recibidas. Muchos van más lejos, y de manera simbólica expresan: “lo mejor es
sentarse en la puerta del cementerio, a ver pasar el cadáver”.
En testimonio la semana pasada, la chef Kai Chase recordó cuán devastada estaba Paris en los primeros momentos en casa en los que se percató de que algo andaba mal con su padre.
“Literalmente la jalábamos de los tobillos por las escaleras mientras intentaba subir, y gritaba, ‘¡Papá, papá, papá!’”, testificó Chase.
Paris hizo llorar a millones dos semanas después cuando habló en el homenaje público para Jackson. “Desde que nací, papá fue el mejor padre que puedes imaginar”, dijo. “Y solo quiero decir que lo amo tanto”.
Jackson confió a su hijo sus negocios a una edad temprana. Se espera que su testimonio incluya revelaciones sobre lo que su padre le dijo en las últimas semanas sobre en quién confiaba y en quién no.
“Prince siempre fue, incluso a los 12 años, un hombre pequeño; el hombre pequeño de papá”, testificó Chase. “Quería que su padre estuviera muy orgulloso de él, y Michael lo estaba”.
“El peso del mundo está en sus hombros, es el hermano mayor y figura paterna para sus hermanos”, testificó Chase. “Es mucho para él, crecer, que le gusten las niñas. Desea que su padre estuviera aquí para aconsejarlo. Es devastador para él”.
La vida después de su muerte
Jackson murió solo dos semanas antes de que fuera a viajar con Prince, Paris y Blanket a Londres donde se programaron 50 conciertos en los siguientes 10 meses. Su padre les dijo que iría en una larga gira mundial después de los espectáculos en Londres, por lo que estaban emocionados, dijo Paris en su declaración.
Después de la gira, Jackson tenía la intención de comprar una mansión de Las Vegas mientras se concentraba en hacer películas, dijeron sus hijos. Para prepararlos, Jackson contrató a un profesor de cine de la Universidad del Sur de California para enseñarles las técnicas para hacer películas en su escuela en casa.
Con la muerte de su padre, los niños se mudaron con su abuela a la misma casa de Los Ángeles, Estados Unidos, en la que Michael Jackson vivió cuando era adolescente. El velo de privacidad, que incluía ponerse máscaras cuando estaban en público con su padre, pronto fue reemplazado por apariciones públicas ocasionales para honrar a su padre.
Los niños hablaron en los Grammy, una ceremonia de dedicación en Hollywood Boulevard, un concierto de tributo y con Oprah Winfrey. En cada evento, parecían más grandes emocionalmente de la edad que tienen.
Los dos mayores se inscribieron en una escuela privada, un gran cambio de la enseñanza en casa que su padre proporcionó. Prince y Paris comenzaron a explorar carreras en el entretenimiento.
Prince trabajó varios días como un “corresponsal especial” para Entertainment Tonight y actuó en un episodio del programa de televisión 90210. Su tía, La Toya Jackson, arregló los trabajos para él.
Paris firmó con un manager de Hollywood para ayudarla con su carrera de actuación a principios de este año, pero eso está en espera ya que está en tratamiento.
Blanket, cuyo apodo vino de la cobija con la que a menudo su padre lo cubría en público, aún es educado en casa, que ahora es una casa grande en las colinas en una comunidad cerrada en Calabasas, California, Estados Unidos.
“Baila como su padre”, de acuerdo con Chase, quien fue contratada como chef de los niños el año pasado.
Blanket, con 11 años, “recuerda mucho lo que papá hacía y habla constantemente de él”, testificó Chase la semana pasada. A menudo viste una playera del espectáculo Immortal del Cirque du Soleil basado en la música de su padre, dijo Chase.
Se espera que el juicio, en su novena semana en una corte de Los Ángeles, dure hasta agosto, de acuerdo con los abogados de ambas partes.
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