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domingo, 23 de junio de 2013

Eso requiere de edad cronológica, y la madurez emocional debida



Artículo de opinión

 

Por: Rolando Fernández



¡Tener que aceptar adolescentes embarazadas en los escenarios escolares!, ¿por qué? Esa es una situación muy calamitosa, que mucha gente pensante cuestiona en este país, cuando se aborda la temática, en cuyo conjunto se incluyen a profesionales muy calificados del área de la educación, la psicología, como de la especialidad médica relativa, que han externado pareceres contrarios a la maternidad precoz, y con respecto a la asistencia de las así grávidas a las aulas, por los riesgos probables envueltos, pero que sin embargo, se les ha  hecho caso omiso.

Y la verdad es que, en nuestro país hay cosas que no se entienden, que chocan de inmediato con un simple razonamiento lógico, y que son el producto en su mayoría de esa tendencia que  aquí se tiene, de estar copiando normativas y prácticas sociales que se verifican en otras latitudes, y que debido a la idiosincrasia y cultura generalizada que caracteriza a los dominicanos, no resultan aplicables en esta República

Se acostumbra a traer, “agarradas por los cabellos” como se dice, legislaciones acuñadas a lo moderno, que entre nosotros se reportan improcedentes, en vista de que son normas que requieren de un proceso de concienciación ciudadana base, como de la definición previa de políticas y procedimientos logísticos que aseguren su uso  y efectividad, de forma tal que luego no acarreen resultados contrarios a los esperados.

Es como viene ocurriendo desde hace ya un tiempo en esta nación, con la Ley 136-03, que crea el Código para la Protección de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, que entendemos ahora se encuentra en proceso de revisión y modificación por parte del Congreso Nacional, sino es que ya lo fue de manera definitiva.

Pero, lo más seguro es que, se hayan mantenido aspectos medulares consignados originalmente en el mismo, que no se les ha puesto  la mano,  o quedaron igual,  en razón de las injerencias y condicionamientos impuestos por algunos organismos internacionales, a los cuales se pliega el país con regularidad.

La legislación precitada, introducida, y aprobada luego, por los alienados y genuflexos nacionales, que responden más a intereses extranjeros que a los nuestros, lo que ha traído son más problemas que soluciones, en cuanto al manejo adecuado de la juventud con tendencia degenerativa en este país, abarcando los diversos órdenes respectivos, desde su promulgación hasta la fecha.  Las evidencias comprobatorias están a la vista de todos, con las justificantes externadas de los mandatos estipulados en la misma.

Vemos por ejemplo, el asunto relativo a los embarazos de las adolescentes, y la asistencia a las escuelas en ese estado, con muchachas que  a penas saben bañarse, como solían decir los antepasados, asistiendo con una barriga a la boca a los centros educativos públicos, cuales damas adultas en capacidad para preservar un proceso tan delicado, como lo es el de la gestación de un ser humano, lo cual no es aconsejable por diversos factores.

Primero, por la inmadurez físico-biológica y emocional de esas mujeres sin edad; pues, preñadas a la vista de todos, no se les puede continuar llamando niñas, y permitirles graciosamente que sigan compartiendo con las demás; segundo, porque el rendimiento académico adecuado a edades tan tempranas, no se puede lograr de forma concomitante con las indisposiciones corporales y mentales, como los riesgos implicados mientras se encuentre en ese  estado; tercero, por la inducción sexual obvia, sin conciencia, hasta las compañeritas de estudios; y, cuarto, debido a que se constituye en una fuente más, para continuar engrosando el conjunto de niños sin padres responsables en el país, que puedan velar por su formación y conductas apropiadas.

La pregunta obligada es, ¿qué orientación puede dar una madre adolescente a un niño que traiga al mundo, cuando de asesoramiento y crianza familiar requiere ella; amén de que, por lo regular el padre ni siquiera se conoce, o de serlo, tampoco está en condiciones, y disposición de hacerlo?

Por el otro lado, ¿cuál sería entonces la tendencia de esos infantes procreados en tales condiciones?  Por suposición lógica, la de convertirse en parásitos sociales, que continuarán incrementando el número de delincuentes de todo tipo que ya tiene la nación.

No obstante, hay que aceptar la degeneración femenina indiscutible, y los malos ejemplos en las aulas escolares, partiendo de que, según un trabajo que publica el medio “Diario Libre”, en su edición de fecha 19-6-13, elaborado por Tania Molina, intitulado “DISCRIMINAN EN LAS ESCUELAS MENORES EMBARAZADAS”, el acápite E, del artículo 48 de la precitada ley establece que: “Se prohíben las sanciones, retiro o expulsión, o cualquier trato discriminatorio por causa de embarazo de una niña o adolescente”.

Precisamente, en esa publicación se hace el señalamiento de que, “algunos centros educativos “reubican” a las escolares embarazadas, pese a la prohibición explícita de la Ley para evitar cualquier tipo de sanción en estos casos”.  Se habla además, de que se le considera también un vejamen; una discriminación; una falta de respeto y protección, etc.

Evidentemente, con relación a los directores de escuelas que así proceden, no creemos que en ellos existan esas intenciones. Lo que en realidad sí puede haber, es que lo hagan para tratar de limitar efectos derivados, traslativos e inductores hacia las otras alumnas asistentes a los planteles escolares, y hasta prevenir posibles riesgos en la salud de las prematuras embarazadas, por su condición de inmadurez físico-emocional, para llevar hasta feliz término una situación de esa naturaleza: estado de preñez extemporáneo. También, porque no es cierto, reiteramos, que puedan cursar estudios con efectividad a la vez.

Eso de cambiar a otros centros, o hacia horarios diferentes, hasta cierto punto es un paliativo de prevención; buscándoles  comodidades a las afectadas, como algún tipo aislamiento, propio de esa circunstancia, por los entornos más acordes en que se deben encontrar las “niñas” embarazadas.

Incluso, pensándolo bien, mejor sería la suspensión por el año lectivo en que curse el estado de gestación, y su reintegro a clases posteriormente.  Se reportaría como una forma de concienciación a esas muchachas inexpertas, para que procuren la protección correspondiente,  no sólo para no quedar embarazadas, sino de cara a las tantas enfermedades de trasmisión sexual que ahora existen.

Por ahí debería ir una modificación urgente al precitado Código, al margen de las intromisiones internacionales. No obstante,  lo que se está procurando en la actualidad al parecer, es aumentar la propensión al sexo temprano, y hasta sin control podría decirse, con iniciativas como ésa que fue introducida al Senado de la República, original del senador Francis Vargas, contentiva de un proyecto de ley, en el que se obligaría al Estado a la manutención de los hijos e hijas de adolescentes desamparadas por un año, conjuntamente con otras prerrogativas en favor de tales progenitoras, que incluyen además, “asistencia gratuita de Salud Pública durante su embarazo, parto y posparto. Asimismo, sobre los riesgos por la maternidad precoz”. ¡Qué bien!, otra carga estatal más, y un aliciente para que se continúe procreando alegremente, y sin responsabilidad alguna. (Véase periódico “HOY”, del 21-6-13, página 3ª).

Finalmente, es preciso destacar que, los escenarios escolares a ese  nivel, no son los lugares más apropiados para estar exhibiendo barrigas por estado de preñez, ni dejando entrever los malestares relativos. También que, el embarazarse y parir, tiene su edad físico-biológica en la mujer, como su grado óptimo de madurez emocional; amén de que, requiere del entorno adecuado en que habrá de cursar el delicado período de gestación inherente.

Cualquiera no quisiera imaginarse, la situación engorrosa, conflictiva, que se presentaría en medio de una sección de clases, si una alumna en estado de gestación se le presentara algún percance de salud, como a veces ocurre, máxime en las mujeres no aptas: problemas de presión arterial, náuseas-vómitos, mareos, sangrados repentinos, etc., todos asociados con la gravidez presente, en medio de los demás alumnos, sin capacidad para asimilar la escena. ¡Sería de difícil manejo el asunto!, ¿verdad?

Es por todo lo expresado que, sobre ese espectáculo tan deleznable, de “niñas preñadas”, interactuando en salas, aulas y pasillos escolares, ¡se debe reflexionar y decidir con prontitud aquí!

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