Artículo de Opinión
Por: Rolando Fernández
¡Qué bonito hablan los
políticos! La
que encabeza es la gran pregunta que se desprende de las declaraciones que
ofreciera el coordinador de la Oficina
de Petrocaribe en el Ministerio de Hacienda, señor José Ramón Suriel, a raíz de
lo que se está tratando de pactar con la hermana República Bolivariana de
Venezuela: la exportación de determinados productos alimenticios del agro
nacional, como parte del Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe,
suscrito con aquel país, según reseñara la prensa local.
“Vamos a trabajar en todo lo
que sea granos, vegetales, todo el renglón agroalimentario, medicina y todo en
lo que nosotros seamos autosuficientes para poder exportarlo a los países de Centroamérica
y el Caribe”. (Véase: periódico “El Día”, edición de fecha 10-7-13, página 12).
La verdad es que, reiteramos,
los políticos hablan bien bonito, protocolarmente claro; y a veces, hasta sin
reparar en consecuencias previsibles en torno a las acciones que tratan de encaminar.
Hablar de autosuficiencia de productos agroalimentarios, y otros en este país,
parece como una ilusión.
Ahora se quieren exportar a Venezuela
productos del agro nuestro, como dación en pago de los compromisos contraídos,
y de seguro, futuros también, derivados del Acuerdo Petrocaribe, con posibles consecuencias
negativas obvias para la población nacional una vez más, que tendrá que seguir pujando
abajo, con las carencias y especulación que se habrán de producir, respecto de
los rubros alimentarios que se incluyan en la negociaciones que cursan en ese
orden.
Aunque, según tenemos
entendido, nada se ha concretizado aún, ya el maíz de producción nacional no
aparece en muchísimas partes localmente,
y donde se logra conseguir, los especuladores comerciantes que nos gastamos, le
han aumentado considerablemente el precio, pescando en mar revuelto como
siempre.
Ahorita tampoco aparece la
harina, con los efectos derivados traslativos hacia todos los productos de ese
género, comenzando por el pan, dieta diaria de los dominicanos, que habrá que
pagarlo al precio que se encuentre.
Claro, este indefenso pueblo
es el que siempre tiene que pagar los platos rotos en todo. Es muy poco lo que le ha beneficiado el mismo
del famoso acuerdo Petrocaribe con Venezuela, que sólo ha servido aquí para
ponérsela fácil a los políticos, en base a acumular un alto endeudamiento
externo, que será legado a las nuevas
generaciones, las cuales tendrán que “hilar” muy fino para manejarlo.
La mejor muestra en torno a lo
expresado, son los altos y abusivos precios que hay que pagar por los combustible en esta nación, los
más caros de toda el área del Caribe, según los expertos. Todas las semanas
está el mismo sufrir. Nunca bajan en la misma proporción en que aumentan,
cuando deben hacerlo. Y cuando no, lo
que se hace es congelarlos, sin reparo alguno.
El grueso del petróleo que
utilizamos aquí, se importa desde Venezuela, como de otros países de la región
caribeña, y los precios de los carburantes se calculan tomando en consideración
el costo de barril en el mercado especulador estadounidense - petróleo West
Texas -, nación desde donde nada se trae, cuando incluso, la cuestionada ley de
los hidrocarburos nuestra que rige, no se hace señalamiento específico alguno
en tal sentido - referente -. ¡Tremendo
negocio! Además, los sobrecargan con
onerosos gravámenes fiscales para completar.
A manera de complemento,
valdría la pena incluir aquí dos fragmentos de un artículo que fuera publicado
por Jairon Severino, en fecha 27 de mayo del 2008, en el medio digital
listíndiario.com, bajo el título “Ley 112-00 no fija mercado para referencia de
precios.
“La fijación semanal de los
precios internos de los combustibles puede hacerse tomando en cuenta cualquier
mercado de referencia. En ninguna de sus partes, la Ley 112-00 de Hidrocarburos
especifica cuál será el mercado que deberá tomarse para establecer al valor de
los carburantes internamente”.
“Desde su promulgación en
noviembre del 2000, la discusión en torno a la fijación de los precios y el
mercado que se toma de referencia, que siempre ha sido el de Nueva York, ha
traído diversas opiniones, entre las que refieren que República Dominicana no
compra petróleo en Estados Unidos, sino que sus principales suplidores son
Venezuela, Trinidad y Tobago y Colombia, entre otros países latinos”.
Evidentemente, con las nuevas
intenciones que se tienen ahora, más especulación y escaseces en contra de la
población se prevén, de concretizarse de manera definitiva el intercambio con
la hermana República Bolivariana de Venezuela, de algunos de nuestros productos
agrícolas de principalía, por el petróleo consumido, y el pendiente de hacerlo.
Pero, no se debe olvidar que
los políticos son quienes ponen y disponen; y que, los pueblos tienen los
gobiernos que se merecen, como reza una máxima sociológica de gran
significación. ¡Nada puede resultar entonces extraño!
Mientras tanto, los
dominicanos tendrán que irse acostumbrando a comer más plátanos, de los que
dejan aquí, yuca y batata, etc., y nuestra población avícola en general,
petróleo.
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