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Editorial


Gran desperdicio, ¡lamentable!

 

Muy real el sentido subyacente en el viejo refrán aquel que reza: “Dios le da barba al que no tiene quijada”. Es algo que se puede verificar en muchas situaciones del diario vivir humano, aunque no todas son tan visibles. Sí que hay algunas que se pueden apreciar a partir del más mínimo esfuerzo.
 
Es el caso por ejemplo del gran desperdicio que se registra, del uso improductivo que se viene dando a las denominadas redes sociales, facilidades a través de las cuales son muchos los aportes que se podrían hacer, en términos de los intercambios de ese mismo género, ¡pero con altura!, como culturales, políticos, científicos, entre otros, que tanto demanda la sociedad mundial en estos momentos.
 
Sin embargo, los aprestos de esa naturaleza son los que más brillan por su ausencia. En cambio, sí que se destacan: una enorme cantidad de sandeces publicadas, disparates esparcidos a granel, pornografías, lideradas por seres femeninos en su mayoría, que más bien podrían denominarse “complejos impensantes de carne y huesos”, que lucen a veces más irracionales que algunas especies inferiores a las humanas. También, es muy notoria la politiquería; venta de falsas imágenes personales; y, por supuesto, los elogios “lamboneriles”” que nunca faltan.
 
Es obvio que, la mejor fuente hoy por hoy que se tiene para establecer “parámetros” de mediocridad e involución juvenil a nivel de un gran segmento de la sociedad mundial, son esas redes sociales, donde se pueden ver y leer cosas que resultan más que despreciables y lamentables a la vez.
 
A quién que piense un poquito se le puede ocurrir la utilización de esos medios para estar publicando en los mismos: “estoy comiendo ahora; me estoy bañando, luego de defecar; nueve de cada diez mujeres son “cuerneras”, igual que los hombres. Las mujeres que tienen el trasero grande son celosas. Hay hombres que son flojos y otros babosos. Me botó la novia, o la mujer. Lo que nunca dicen es, si fue por ser poco hombre. La gran pregunta es: ¿a qué gente pensante le puede interesar saber o leer cosas como ésas?
 
Además, no son formas de compartir socialmente a través de tan importantes y amplias redes. Lucen más bien ridiculeces, formas muy impropias de querer lucirse. Es una lástima que ese sea el uso mayoritario que se les esté dando a esas facilidades que hoy se tienen.
 
De cuánto hubieran servido otrora las mismas, cuando regían en el mundo formas de pensar y de actuar tan diferentes entre los hombres, para difundir concepciones loables, descubrimientos científicos, nociones edificativas y logros de carácter artísticos; hermosas y significativas frases acuñadas; promover la hermandad entre las naciones, como los acercamientos y despliegues culturales, etc. 
 
Entonces, las limitantes para difusión de tales cosas eran enormes; al extremo que, es en la actualidad cuando muchas proezas logradas en el ayer se les ha podido hacer públicas, y que la gente sepa que se produjeron.
 
En cambio, actualmente, cuando se ha logrado se les tenga a disposición, se usan más que nada, para estar publicando basuras escritas, mensajes burdos, sin real contenido, y sentido lógico alguno; fotos personales, más lustradas que cualquier par de zapatos, para engañar y confundir a los demás, etc.
 
Es innegable que las redes sociales, con mucho auge en el pasado, han ido perdiendo interés, y como consecuencia derivada, a consistentes usuarios de categoría, y potenciales futuros, debido a lo poco importante que en ellas ya se encuentra cuando se ingresa. Además, por la evidencia persuasiva de la fehaciente mediocridad que se advierte, respecto de los eventuales lectores que también publican, con excepciones muy contadas.
 
Aunque es bien sabido que, será muy difícil el que se pueda introducir en dichas redes alguna forma o procedimiento que permita filtrar, depurar, o eliminar los mensajes disparatados que se intenten cursar, o cualquier publicación obscena que se pretenda pasar a través de las mismas, creemos que más ardua y problemática resultó su creación.

Y que por tanto, algo se debe hacer en el orden de lo que se trata, a los fines de procurar lograr que los usuarios observen procederes distintos, más acordes con los cánones morales en vigor; que se regeneren los comportamientos a nivel de los mismos.
 
Es una iniciativa que no debe tardar. Tiene que ser definida ya, para ser puesta en práctica de inmediato, en pos de evitar que la imagen pública de las imprescindibles hoy redes sociales, se les siga deteriorando alegremente; el que tanta gente continúe diciendo, “eso no vale pena; ahí no se encuentra nada que sirva”.
 
Son pocas las personas que se motivan en el presente a comentar las insulsas publicaciones que de ordinario aparecen. Tampoco se animan a hacer ningún tipo de aporte intelectual o cultural, por la ausencia de valoración previsible, de parte de los eventuales receptores, aqulitados en función de las penosas intervenciones que por regular se realizan.
 
¡Que se aproveche el inicio del Nuevo Año 2014, muy próximo a comenzar, para que se introduzca el llevar a efecto los trabajos requeridos en ese orden! Mientras más la permisividad se extienda, mayor dificultad habrá para tratar de enmendar luego.

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