Artículo de Opinión
Por: Rolando Fernández
En estos tiempos mundanos,
hablar sobre las actitudes violentas que se verifican a nivel del género
humano, es de mayor frecuencia que hacerlo sobre la situación de hambruna que
también afecta a una gran parte de la humanidad.
Y es que, posiblemente, la
proclividad tan marcada hacia la violencia entre los hombres, con sus
consecuencias derivadas, supera en gran medida las carencias alimentarias que
se registran en todo el contexto de la sociedad mundial. Incluso, el mismo desabastecimiento de
comestibles, que tanta hambre provoca, se convierte en un fuerte detonante para
los excesos, cuando las necesidades apremian.
El mensaje que se inscribe,
formando parte de la denominación de un nuevo medio periodístico digital, “Por un
mundo sin violencia”, debe estar presente en el estado emocional-mental de
todos los seres humanos, sin distingo de raza, color o condición social. Claro, se requiere de un esfuerzo mayúsculo,
y de tratar de definir con claridad las causas que provocan esa actitud tan
recurrente entre los hombres.
Luego, la gran pregunta que la
generalidad de los seres humanos debe
hacerse es, ¿cuál es la razón primaria de la violencia, con todas sus secuelas
confluyentes a considerar, en el mismo punto de origen?
Para todo aquel que se ha
interesado por conocer un poco sobre la verdadera esencia de los hombres -
espiritual -, no vacilaría mucho en contestar: el ego humano, y sus tentáculos
generadores de voluntades de supremacía, como de la obtención del poder
económico suficiente para poder aplastar a los demás. También, las apetencias
desmedidas en todos los órdenes, que fomentan la envidia, y el desamor derivado.
Son cosas que, obviamente, ponen en evidencia la poca expansión de conciencia espiritual
con que se ha venido manejando la humanidad desde hace ya bastante tiempo.
Y que por tanto, la única arma
poderosa para combatir la violencia consiste sólo, en promover el acallar el
ego en los hombres, dando paso así, para que el Ser verdadero que mora en su
interior (Ego) se exprese sin tropiezo alguno. De igual forma, el que se trate de asimilar, que las personas,
sin excepción, no son más que Atributos divinos para expresión terrenal; seres
espirituales en busca de experiencias humanas; que todas provienen de la misma
Fuente, y que el objetivo principal debe ser el regresar a Ella lo más rápido
posible.
Pero además que, “Todo es
uno”, según reza una primera verdad sagrada, por lo que en realidad no existe
separación alguna entre los hombres. Todos están dentro del mismo fluido de
vida, sólo que, en fragmentos individualizados, y unidos por supuesto, a la
Mente, e Inteligencia Universal. ¡Considerarse apartado el uno del otro, es un
craso error!
Todo lo que se debe acatar en
el sentido de lo que se trata, se resume en una sola frase: evolución
espiritual, que obviamente comprende el concienciarse sobre la real naturaleza
que tiene la especie humana.
Cuando así se comience a
combatir la violencia, de seguro que se logrará el exterminio de ésa dentro del
conglomerado humano total. Pero, el hacerle frente a ese flagelo con los mismos
aprestos “retaliatarios”, sea aquí, o en
cualquier lugar, nunca arrojará buenos resultados. ¡La violencia no se enfrenta
con violencia!
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